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Obra Gráfica Gustavo Mora Revista Óclesis Número 5 |
Misión Trans
Por:
Abigail Rodríguez Contreras
I
Escribiré
una oda al desamparo, mi cabeza no deja de dar vueltas y cada momento es el más
adecuado para vomitar, pero algo me contiene, me arrepiento, mi cabeza da
vueltas, revoluciona las velocidades, ya no se detiene.
I.5
Hoy
dos hombres voltearon a verme y ladraron cosas, cerré los ojos, me hundí en un
río de saliva, fue terrible, nadé, corrí, nadé, corrí como nunca; hubiese
querido cortarles la lengua. Al final estaba sudando, apretada en un camión con
cientos de lenguas vivas enjauladas entre dientes.
G.5
Acabo
de terminar una novela, habla sobre los cerebros quemados. Siempre he creído
que la letra G es en realidad una lombriz estática que en cualquier momento,
habrá de salirse de la hoja para masticarnos. Me pregunto también, sí el
cerebro de la lombriz está también quemado.
II.5
Mi
novio me ha dicho que repita cientos de veces que soy un niño, que escupa las
hormonas por la boca, que las mande a la chingada. Soy un niño, soy un niño,
soy un niño, soy un niño, soy un niño, ahora sólo me falta escupir las
hormonas, ver qué pasa.
De
las partes de legitimación, escatocolo tercero.
(trazo
Ilegible)
Rúbricas
signo
del escribano
53V
Releo
una plática ajena entre dos divas, una es trepadora y otra no. La escena voyeur
me fascina. Tienen cuchillos en los zapatos y se pisan, violentamente se
persiguen los pies y patean a matar sin lograrlo. Mientras la lucha campal de
los pies se agrava, las dos divas se dan besos por el rosto, se trazan caminos
nómadas con los labios, no volverán la ruta jamás, son hermosas, brillan. La
escena termina cuando una fan, que en realidad es una asesina, les toma
fotografías para documentar su belleza e imitarlas posteriormente en casa. La
asesina nunca igualará su belleza, pero sí la habilidad de acuchillar con los
pies a sus adversarios. Las divas se llaman Rojo y Carlos, ellos son niños, no
necesitan repetirlo.
II
La
vida de * pende de un hilo tensado por dos lenguas que se aferran, en extremos
opuestos a sus respectivos paladares. Sería sumamente positivo asegurar que *
se encuentra perforada por el hilo, eso aseguraría estabilidad e impediría su
caída. Pero sólo dos de sus dedos están agarrados al hilo. Sus dedos están
pegados por alguna especie de solvente, que cederá pronto. Los pilares de donde
se sostiene son inseguros, el pegamento, también lo es. Su cabeza también da
vueltas, las lenguas están cansadas, no resistirán mucho rato más.
III
Hace
poco un remolino se comió un pedazo él, su nombre no es * ni G ni guiónbajo, le
diremos él, es hermoso, está fundido. Tiene un bigote, unos ojos grandes, está
seco, pero de vez en cuando se llena de agua todo, pensando en el remolino que
se trago a un pedazo de sí mismo. Es hermoso, pero está muerto. Yo lo amo, pero
es como hablarle a una escalera, subo, bajo, subo, bajo, pero siempre será una
escalera, habremos todos juntos de pintarle ojos, rezar porque su cerebro no
esté quemado, sobre todo, tener la esperanza que algo en él aún puede quemarse,
porque eso significaría que sigue conmigo.
A33V.
Ya
tenían la lengua dentro. Yo subía las escalinatas muy aprisa, comenzaban a
doler las piernas. Sólo miraba la estructura circular por arriba de mi cabeza,
como una gran boca solitaria, sin lengua dentro. Los escalones no se
terminaban. La estructura circular, pudo ser también una especie de aureola
colectiva, a cada quién nos tocaría un trozo, todos podríamos ser ángeles por
un momento, fraccionados al menos, pero no , todo parecía indicar que era una
gran boca abandonada, con un ojo dentro, mirando las lenguas de ambos dentro de
sus respectivos cráneos. Los escalones, no terminaban. Me pesaba la aureola, el
gusano quemado, el remolino, las lenguas mutiladas, las repeticiones, las divas
cortándose los pies y besándose la boca. No deseo que me perforen, que me
horaden el cuerpo para tensar mi vida a dos lenguas cansadas que desean
soltarme. Repetiré la saliva hasta que un remolino me trague.
Zero
y letra 17
En
el principio fue la lengua hurgando lenguas dentro del cráneo. Las dos
superficies de agua y cal unidas por la boca, con los ojos dentro y las ganas
de estallar. Era un altar a la provocación, un pedestal muy alto, rodeado de un
bosque de ojos y centellas que galopaban lentos bajo mi mano, era un circo
voyeur, y yo estaba arruinando la función construyendo un muro con mi cuerpo.
Corrí hacia el patíbulo, al sitio donde el futuro monumento al solvente
desgastado erigiría un muro de gloria. Debiste verme los ojos, estaban secos,
el circo voyeur devastado, el climax cortado, también me llaman opresión, pero
que quede claro que soy amigo de él y de *, que pronuncio el nombre de las
divas con recelo, pero no quiero matarlas ni aprender sus técnicas de
acuchillamiento. Deseo nadar, no en el mar de saliva, no construir un
cementerio de muertos por desangramiento. Deseo, desatar el remolino, colocarlo
debajo de *, nadar junto a ella a un río que trazaremos juntas, se llamará zero
y lo que resulte de la letra 17.
1
primigenio:
En
el principio, fue mi infanciamiedo, silencio, oscuro. Lo que se tragó el
remolino, fue a Abigail hace veinte años, y él, me esperaba misericordioso al
final fondo de todos los ríos.
1434
Distinguido
presídium que nos acompaña esta soleada y ficcionaria tarde de ardiembre,
acalambradas autoridades, honorables instituciones de sordos y remolinos,
siendo las tresmil horas de mi vida, declaro desierto el engranaje de este
hilo, esperando con la pronta donación de sus solventes y la esperanza para
construir nuevas instituciones asesinas de cuchillos bajo la mesa, manuales de
besos en el rostro y demás tácticas de supervivencia para el cosmos,
únicamente, de esta misión de mil palabras. De este mundo, se espera la
retorcida imaginación vouyerista de los aquí presentes, de lo contrario o nos
encontraremos ante un auditorio de letras G, que no podrán como yo, pintarse
bigotes y repetirse a sí mismos, que son unos niños, que son unos niños, que
son unos niños, y aprender a fin de cuentas, a desatar remolinos y trazar ríos,
nadar en ellos y buscar un mar más profundo para ahogarnos, siempre lejos, siempre
adentro de otro mundo. Boca, aureola de luz, ojo de la lengua de mi cosmos, mil
cincuenta palabras después, confieso mi esperanza. Deus es daltónico, no
distingue los colores de mi cabeza.
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