Virtud, Moral, Revolución e Historia
Óclesis,
Coordinación Académica, Sección Filosofía,
29 de Enero de 2013
Ponencia
presentada durante la Mesa Redonda
“Juventud y revolución”, organizada por la Dirección General de Difusión
Cultural de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Círculo de
Estudios y Participación Ciudadana Ing. Luis Rivera Terrazas A.C., dentro del
Seminario: La Cultura del Bien Pensar.
Ágora Marxista. Auditorio de Espacio Catorce, 29 de enero de 2013. Puebla,
Pue., México.
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Fuente de imagen: http://kurioso.es/2011/10/14/revolucion-y-comprom15o/: |
Revolución es una palabra derivada del
latín revolutionem, derivado del supino
de la tercera conjugación, revolvo, revolví, revolutum, revolere, el
cual indica una cuestión en el rehacer de un trayecto (en sentido inverso).
Deriva del verbo de tercera declinación, volvo,
volvi, volutum, volere, que siendo
una palabra polisémica nos remite a comprender un movimiento, desarrollar una
cuestión o reflexionar sobre está. Unido con el sustantivo de quinta
declinación res-rei, que significa
objeto, asunto, cosa, forma de gobierno, interés, utilidad. Por tanto,
comprendo la revolución como una mejora en la constitución del gobierno interno
y externo del hombre, en tanto la virtud. Permitiendo la reflexión que al
traducirse en voluntad, comprende un benefició en su persona y en sus pares, Favoreciendo
la dignidad humana, y fortaleciendo así una autonomía individual y social.
Hay dos puntos en donde
se encuentra, a mi parecer, una revolución, primero en la virtud, propia de la
libertad humana, inteligencia, razón y pasión, y la segunda, la moral, no como
un tratado de buenas costumbres, sino como una reconciliación con nuestro
hogar, nuestra morada. Francis Bacon ya había tratado el tema, del cual
considera “que es la ciencia más importante y perfecta, es donde está la vida se
transforma en sabiduría” (Beuchot, 2004: 87).
Por ende, ejercer el potencial humano evitará, hasta
cierto punto, la impotencia que evocaría el estadio del individuo fragmentado e
incapacitado para consolidar un dialogo externo
e interno saludable. Derivando en una mutilación o autoagresión, que en
situaciones cíclicas se prolongaría a
diversas capas sociales, disociando así la concordia, eliminando las
personalidades y sus respectivas potencias creadoras. Educar en la moral, no está
ligado a considerarse en si poseedor de los otros seres humanos, ni en tintes
de llenar nuestro ego, es para cincelar nuestro ser en honor de la
dignidad, para enfrentar la voracidad que emana de nuestro interior en favor de
encontrar algún día la caritas, y pugnar contra la frase de Titus
Maccius Plautus, encontrada en su obra Asinaria: “Lupus est homo homini”
(El hombre es el lobo del hombre).
La moral no es una ciencia exacta, porque existe la libertad, pero
tampoco deberá ser equívoca, porque su meta es ser integradora del bien entre
los hombres, no solamente al responder una serie de puntos específicos,
delimitados por la legalidad, sino se deberá encausar un morar en el mundo
alejándonos del ultra subjetivismo que no vela por nuestros contemporáneos,
organizando las facultades del ser humano a favor de un mejoramiento social.
Retomaremos el pensamiento de Protágoras para aclarar este punto, del cual
consideró que hace permisible los intereses del ser humano, en tanto se
encuentre una verdadera dignidad: “hosper protagóras élegen légoon pántoon
jreemátoon, métron einai ánzhroopon, hoosára tá prágmata einai, taiauta mén
éstin emoí? Hoia dáv soi toiauta de soí”.[1]
La moral deberá responder a potencializar las capacidades humanas,
comprender su naturaleza finita en el universo y a su vez proporcionar bases y
puntos de referencia para alcanzar la dignidad, revaluando los tabús y siendo
permisible la no mutilación de la capacidad ciudadana. Siendo así la morada, en
nuestro caso mexicana, un punto de referencia para los actos vivenciales, en
tanto permisibles de una pluralidad y sus realidades. He aquí la función de la
musa Clío, ya que “el pasado se impone”. Algunas
posibilidades ofrecidas a la existencia serán repeticiones de posibilidades
anteriores, que son parte de la situación y que, por lo tanto, la existencia
auténtica deberá aceptar como consecuencia de su reconocimiento la herencia de
su pasado. Se trata de una responsabilidad (en el sentido radical de la “cura”)
de esa herencia, que no puede rehuirse sin que la existencia se salga de la
autenticidad y abandone su destino (O’Gorman, 1947: 214).
De esta manera se comprenderá que la conformación moral es un proceso
histórico, pero a su vez alienta a incentivar la voluntad-capacidad de
elección, manteniendo una vigencia en cuestiones cotidianas. Y por lo tanto
comprender, que no existe un ascenso moral, sino diversas manifestaciones del
buen vivir, para que nuestra sociedad esclarezca y tome conciencia de su
postura moral o ética.
Y así, al considerar la naturaleza del
hombre podremos encontrarnos entre la vida y la muerte, como un cuerpo del que
emana fuerza y espíritu, rencor o temor, bondad o maldad, partiendo todo desde
su morada terrenal. Buscando que la potencia destructora se encauce en favor de
la virtud, donde la primera no será erradicada, empero al ser mitigada,
brindara la dilucidación de la segunda. Esta identificación de dicho
claro/oscuro en los emociones y sentimientos no pueden ser reconocidos al
engañarnos creyendo ser otro fuera de nuestra condición. Por ende, deberemos develar, mediante el
diálogo con uno mismo, un retrato lo más fidedigno de nuestro ser, clarificando
que la morada humana estará basada en el actuar social e individual en
relaciones inter-intra-trans sociales. Rescatando la decencia humana y
la de aquellos con los que compartimos espacio- tiempo. Un renacimiento entre
la concordia individual y la de la población, tratando de encontrar en la
virtud la reconciliación del pertenecer a una morada, ahí donde los deseos y
pasiones sean antepuestos en una legitimidad del acto en anhelo de la virtud y
no en una legalidad que a veces en su construcción racional dista mucho de la
experiencia. Develando la ignorancia del creer conocer lo que se desconoce,
siendo todo esto el equivalente a dirigir las potencias en contener el egoísmo
que emponzoña nuestra historia.
Para concluir haré mío
el pensamiento de Petronio y de Cicerón. Del primero: “Inventat quod quisque
velit, non omnibus unum est, quod placeat, hic espinas colligit, ille rosas” [2]
(en Salazar Andreu, 2010: 29); del segundo: “Sed creo deos
inmortales spansisse animos in corpora humana, ut essent, qui terras
tuerentuntur, quique caelestium ordinem contemplantes inmitarentur eum vitae
modo atque constantia. Nec me solum ratio ac disputatio impulit, ut ita
crederem, sed nobilitas etiam summorum philosophorum et auctoritas”[3]
(Cicerón, 1972, 168).
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BEUCHOT,
Mauricio (2004): Manual de Historia de la
filosofía medieval. México: Editorial Jus.
O
‘GORMAN, Edmundo (1947): Crisis y
porvenir de la ciencia histórica. México: Imprenta Universitaria México.
SALAZAR
ANDREU, Juan Pablo (coord.) (2010): Juan
Solórzano Pereyra, Consejero de Indias y Magno Jurista del Derecho Indiano
(Edición Facsimilar). México: Secretaria de Cultura del Gobierno
Constitucional del Estado de Puebla.
CICERÓN
(1972): Las leyes. La vejez. La amistad.
México: Editora Nacional.
[1] “Tal como refirió Protágoras, diciendo, que
el hombre es la plenitud de todas las cosas. Entonces, tal como se manifesté
para mí el ser de las cosas, tal modo es para mí, así como se manifieste para
ti, tal es para ti” (Traducción de Juvenal Cruz Vega).
[2] “Halle cualquiera aquí lo que quisiere,
que no a todos lo mismo agrada, y espinas éste escoge, y aquel rosas”.
(Traducción mía)
[3]
“Pero creo que
los dioses inmortales han dispersado las almas en los cuerpos humanos para que
hubiera quienes protegiesen la tierra, y, contemplando el orden de las cosas
celestes, lo imitasen por la regularidad y firmeza de la vida. Y no sólo el
raciocino y la discusión me han impelido a creer esto, sino también el renombre
y autoridad de eminentes filósofos”. (Traducción de José Velasco y García)