Un acercamiento
a Francisco de Vitoria
Por: Rómulo Ramírez
Daza y García
Colaboración a la
revista Óclesis
Francisco de Arcaya y
Compludo nació en Vitoria en 1492, perteneció a la Orden mendicante de los Predicadores; tuvo amplios conocimientos
en filosofía-teología y derecho. Se dice que para él no había separación entre
filosofía y teología; al respecto dice Ferrater Mora que “no había en la mente de Vitoria separación entre ambas disciplinas” (Véase
el artículo que dedica a Vitoria en Diccionario de Filosofía) y que remitía
cuestiones de dichos campos al propiamente jurídico.
Sabido es que la
dirección de su pensamiento sigue la línea tomista, pero no se puede decir que
sea un mero repetidor pues, a través de dicha base, sienta sobre ella nuevas
problemáticas del momento implicando con ello necesariamente la redimensionalización
de las antiguas doctrinas heredadas a su bagaje intelectual.
La originalidad
teórica de este filósofo español –y por lo que más se le recuerda- estriba en
el tratamiento que hace de los Indios, basándose como es de obviar, en “una ley que debe conciliar lo divino y lo
natural y no debe jamás anegarse en la mera arbitrariedad” (íbidem). Así
como Sto. Tomás en otro tiempo teoriza al respecto de la ley en sentido
material y formal; en cuanto a su permisibilidad y sus debidas y justas
aplicaciones, del derecho de guerra y demás cuestiones; y detrás de él una
larga tradición (san Isidoro, san Agustín, etc…), así Vitoria toma la palabra e
s tiempo.
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Fuente de imagen: http://www.yiaos.com/index.php?pagid=scheda_articolo&id_articolo=2037 |
Antonio Gómez Robledo
dice que “discurrió sobre lo aprendido,
tanto o más de lo que intuyó lo inexplorado” (Véase Vitoria, comentador de Sto. Tomás en Tomo I, obras completas), de
ahí que debamos entenderlo al hilo de la tradición.
Por lo que a esto
toca puede verse la influencia que tienen los presupuestos y los hilos
temáticos en que enraiza dentro de su propio pensamiento. ¿Qué hubiera sido de
Sto. Tomás sin Aristóteles o de Kant sin la edad moderna?, ciertamente hubieran
aportado grandezas por la genialidad de su espíritu, mas sin embargo,
probablemente no hubieran llegado al nivel al que llegaron por la razón de que
en un ciclo vital humano no puede abarcarse la totalidad eidética que a venido
almacenando la humanidad en siglos de reflexión y enseñanza.
Se nos dice que la
tarea de Vitoria era comentar al santo (como
Averroes en otro tiempo lo hiciera con Aristóteles), “y en esto de comentar a
Santo Tomás (…) llevó a cabo una revolución de trascendencia incalculable. Fue
innovador comentado” (íbidem).
¿A qué se debe el
carácter innovador del trabajo, si se piensa que una teoría ya está fundada en
la verdad?, pues a la aplicación de la misma y su corrección específica (si lo
ha menester) en los matices que sean necesarios para ello; ya que en la época
de Vitoria había problemas de urgencia a resolver; y eso no indica que fuesen
cuestiones no tratadas implícitamente en lo general por el santo; sino que eran
“problemas del mundo moderno que Santo Tomás no alcanzó a sospechar” aunque en
su teoría hubieran sido tácitas de algún modo.
Hay veces en que no
es visible para los no iniciados la resolución del llevar a cabo las acciones
del mejor modo en una situación problemáticamente específica. Esto es que no
entiende el puente a la praxis misma, dejando a la fundamentación de lado e
inutilizándose para entender que la teoría en cuestión no es utopía
irrealizable.
Tenemos como prueba
de lo antes dicho el trabajo de los críticos pues “Cuando se han contrapuesto y aquilatado todos los textos, los tomistas
y los vitorianos, percíbase con meridiana claridad que la doctrina
discriminatoria de los títulos de dominio sobre el continente americano, está
contenida in nuce en la
Suma Teológica , si bien Vitoria la lleve hasta su última
perfección, y la aplique genialmente a las nuevas contingencias históricas” (íbidem.
Nota: No representa este estudio una valoración peyorativa en el sentido de
poner a Vitoria por debajo del santo; sino más bien una justa valoración de la
totalidad de su pensamiento, pues arguye Gómez Robledo que no solo la
innovación ideal es la aportación de Vitoria, sino toda la labor de su vida
entera que fue, comentar al Angélico; tanto es así que ya en su época la Suma Teológica pasó
a ser el texto oficial en los estudios, sin menoscabo del anterior que eran Las Sentencias de Pedro Lombardo.)
Nos parece corta pero
suficiente esta reseña, para darnos una idea como primer acercamiento al
filósofo español, cabeza de la escuela de Salamanca en sus inicios: Francisco
de Vitoria.
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