martes, 26 de febrero de 2013


Virtud, Moral, Revolución e Historia

Por: Vidzu Morales Huitzil

Óclesis, Coordinación Académica, Sección Filosofía, 29 de Enero de 2013


Ponencia presentada  durante la Mesa Redonda “Juventud y revolución”, organizada por la Dirección General de Difusión Cultural de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Círculo de Estudios y Participación Ciudadana Ing. Luis Rivera Terrazas A.C., dentro del Seminario: La Cultura del Bien Pensar. Ágora Marxista. Auditorio de Espacio Catorce, 29 de enero de 2013. Puebla, Pue., México.


Fuente de imagen:
http://kurioso.es/2011/10/14/revolucion-y-comprom15o/:
Revolución es una palabra derivada del latín revolutionem, derivado del supino de la tercera conjugación, revolvo, revolví, revolutum, revolere, el cual indica una cuestión en el rehacer de un trayecto (en sentido inverso). Deriva del verbo de tercera declinación, volvo, volvi, volutum, volere, que siendo una palabra polisémica nos remite a comprender un movimiento, desarrollar una cuestión o reflexionar sobre está. Unido con el sustantivo de quinta declinación res-rei, que significa objeto, asunto, cosa, forma de gobierno, interés, utilidad. Por tanto, comprendo la revolución como una mejora en la constitución del gobierno interno y externo del hombre, en tanto la virtud. Permitiendo la reflexión que al traducirse en voluntad, comprende un benefició en su persona y en sus pares, Favoreciendo la dignidad humana, y fortaleciendo así una autonomía individual y social.
Hay dos puntos en donde se encuentra, a mi parecer, una revolución, primero en la virtud, propia de la libertad humana, inteligencia, razón y pasión, y la segunda, la moral, no como un tratado de buenas costumbres, sino como una reconciliación con nuestro hogar, nuestra morada. Francis Bacon ya había tratado el tema, del cual considera “que es la ciencia más importante y perfecta, es donde está la vida se transforma en sabiduría” (Beuchot, 2004: 87).
Por ende, ejercer el potencial humano evitará, hasta cierto punto, la impotencia que evocaría el estadio del individuo fragmentado e incapacitado para consolidar  un dialogo externo e interno saludable. Derivando en una mutilación o autoagresión, que en situaciones cíclicas  se prolongaría a diversas capas sociales, disociando así la concordia, eliminando las personalidades y sus respectivas potencias creadoras. Educar en la moral, no está ligado a considerarse en si poseedor de los otros seres humanos, ni en tintes de llenar nuestro ego, es para cincelar nuestro ser en honor de la dignidad, para enfrentar la voracidad que emana de nuestro interior en favor de encontrar algún día la caritas, y pugnar contra la frase de Titus Maccius Plautus, encontrada en su obra Asinaria: “Lupus est homo homini” (El hombre es el lobo del hombre).
La moral no es una ciencia exacta, porque existe la libertad, pero tampoco deberá ser equívoca, porque su meta es ser integradora del bien entre los hombres, no solamente al responder una serie de puntos específicos, delimitados por la legalidad, sino se deberá encausar un morar en el mundo alejándonos del ultra subjetivismo que no vela por nuestros contemporáneos, organizando las facultades del ser humano a favor de un mejoramiento social. Retomaremos el pensamiento de Protágoras para aclarar este punto, del cual consideró que hace permisible los intereses del ser humano, en tanto se encuentre una verdadera dignidad: “hosper protagóras élegen légoon pántoon jreemátoon, métron einai ánzhroopon, hoosára tá prágmata einai, taiauta mén éstin emoí? Hoia dáv soi toiauta de soí”.[1]
La moral deberá responder a potencializar las capacidades humanas, comprender su naturaleza finita en el universo y a su vez proporcionar bases y puntos de referencia para alcanzar la dignidad, revaluando los tabús y siendo permisible la no mutilación de la capacidad ciudadana. Siendo así la morada, en nuestro caso mexicana, un punto de referencia para los actos vivenciales, en tanto permisibles de una pluralidad y sus realidades. He aquí la función de la musa Clío, ya que “el pasado se impone”. Algunas posibilidades ofrecidas a la existencia serán repeticiones de posibilidades anteriores, que son parte de la situación y que, por lo tanto, la existencia auténtica deberá aceptar como consecuencia de su reconocimiento la herencia de su pasado. Se trata de una responsabilidad (en el sentido radical de la “cura”) de esa herencia, que no puede rehuirse sin que la existencia se salga de la autenticidad y abandone su destino (O’Gorman, 1947: 214).
De esta manera se comprenderá que la conformación moral es un proceso histórico, pero a su vez alienta a incentivar la voluntad-capacidad de elección, manteniendo una vigencia en cuestiones cotidianas. Y por lo tanto comprender, que no existe un ascenso moral, sino diversas manifestaciones del buen vivir, para que nuestra sociedad esclarezca y tome conciencia de su postura moral o ética.
          Y así, al considerar la naturaleza del hombre podremos encontrarnos entre la vida y la muerte, como un cuerpo del que emana fuerza y espíritu, rencor o temor, bondad o maldad, partiendo todo desde su morada terrenal. Buscando que la potencia destructora se encauce en favor de la virtud, donde la primera no será erradicada, empero al ser mitigada, brindara la dilucidación de la segunda. Esta identificación de dicho claro/oscuro en los emociones y sentimientos no pueden ser reconocidos al engañarnos creyendo ser otro fuera de nuestra condición.  Por ende, deberemos develar, mediante el diálogo con uno mismo, un retrato lo más fidedigno de nuestro ser, clarificando que la morada humana estará basada en el actuar social e individual en relaciones inter-intra-trans sociales. Rescatando la decencia humana y la de aquellos con los que compartimos espacio- tiempo. Un renacimiento entre la concordia individual y la de la población, tratando de encontrar en la virtud la reconciliación del pertenecer a una morada, ahí donde los deseos y pasiones sean antepuestos en una legitimidad del acto en anhelo de la virtud y no en una legalidad que a veces en su construcción racional dista mucho de la experiencia. Develando la ignorancia del creer conocer lo que se desconoce, siendo todo esto el equivalente a dirigir las potencias en contener el egoísmo que emponzoña nuestra historia.
Para concluir haré mío el pensamiento de Petronio y de Cicerón. Del primero: “Inventat quod quisque velit, non omnibus unum est, quod placeat, hic espinas colligit, ille rosas” [2] (en Salazar Andreu, 2010: 29); del segundo: “Sed creo deos inmortales spansisse animos in corpora humana, ut essent, qui terras tuerentuntur, quique caelestium ordinem contemplantes inmitarentur eum vitae modo atque constantia. Nec me solum ratio ac disputatio impulit, ut ita crederem, sed nobilitas etiam summorum philosophorum et auctoritas”[3] (Cicerón, 1972, 168).     

___________________

BEUCHOT, Mauricio (2004): Manual de Historia de la filosofía medieval. México: Editorial Jus.
O ‘GORMAN, Edmundo (1947): Crisis y porvenir de la ciencia histórica. México: Imprenta Universitaria México.
SALAZAR ANDREU, Juan Pablo (coord.) (2010): Juan Solórzano Pereyra, Consejero de Indias y Magno Jurista del Derecho Indiano (Edición Facsimilar). México: Secretaria de Cultura del Gobierno Constitucional del Estado de Puebla.
CICERÓN (1972): Las leyes. La vejez. La amistad. México: Editora Nacional.



[1] “Tal como refirió Protágoras, diciendo, que el hombre es la plenitud de todas las cosas. Entonces, tal como se manifesté para mí el ser de las cosas, tal modo es para mí, así como se manifieste para ti, tal es para ti” (Traducción de Juvenal Cruz Vega).

[2] “Halle cualquiera aquí lo que quisiere, que no a todos lo mismo agrada, y espinas éste escoge, y aquel rosas”. (Traducción mía)
[3] “Pero creo que los dioses inmortales han dispersado las almas en los cuerpos humanos para que hubiera quienes protegiesen la tierra, y, contemplando el orden de las cosas celestes, lo imitasen por la regularidad y firmeza de la vida. Y no sólo el raciocino y la discusión me han impelido a creer esto, sino también el renombre y autoridad de eminentes filósofos”. (Traducción de José Velasco y García)            

2 comentarios:

  1. Interesante, pretenciosamente erudito, ingenuamente humanista, piñateramente sorprendente... valdria la pena un café para charlarlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Omniscientemente agradecidos por el comentario, y estamos a la orden para ese intercambio de pareceres, claro, un café sería genial.

      Afectuosos saludos.

      Eliminar