Educación: Artificio de discurso en la
condición pedagógica
Por: Hugo Coronel
Óclesis
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Fuente de imagen: http://lacompetenciaemocional.blogspot.mx/2011/03/pedagogia-dialogica.html |
No es exagerado escuchar a
través de diversos medios, la idea de que en esta época el conocimiento es la
base de desarrollo y de la expansión de las libertades humanas (no pretendo
decir que en otras no lo fuera), por lo que la importancia del aprendizaje
humano –de los individuos y de las organizaciones- resulta imprescindible como
proceso fundamental que permita la construcción del conocimiento. Las
Instituciones Educativas en un país son las bases sobre las cuales se apoyan
las capacidades de las personas para aprender durante toda la vida; y su
efectividad es la de promover el aprendizaje. Estas Instituciones son más que
sólo enramados organizacionales de centros educativos e instancias
administrativas que permiten la provisión de servicios; en realidad son un
conjunto de significados compartidos en el terreno cultural, una forma de
entender qué se aprende, quién debe aprender y para qué. Esta cultura se
circunscribe en una totalidad en la que se integra el ser humano y así mismo,
se extiende a una vasta red de personas interesadas y afectadas por el
funcionamiento de tales instituciones. Son, por tanto, los significados
compartidos por esta amplia red de personas los que deben perfeccionarse como
resultado de la experiencia para que las Instituciones Educativas aprendan de
dichas experiencias. Estos cambios y este perfeccionamiento permiten mejorar
las oportunidades educativas para que los estudiantes puedan tener acceso a una
mejor calidad de educación. Adicionalmente, la evidencia que provee la Investigación Educativa
constituye un elemento fundamental para optimizar la toma de decisiones, además
de apoyar el diseño, la evaluación y la retroalimentación de Políticas y de
Programas Académicos.
Una
condición hegemónica primordial dentro del proceso de educación radica en que
los educadores tengan pleno dominio de los propósitos y contenidos del nivel
educativo profesional en el que se desenvuelven. Esto es así, porque la labor
docente exige una enorme capacidad creativa –no sólo la de aplicar planes y
programas y secuencias didácticas prediseñadas- para identificar las
características y las necesidades individuales de los alumnos, sus avances,
alcances, logros y horizontes educativos –esto no sólo se remite al plano
escolar, sino que también al extraescolar- y con esta base, lograr una
adaptación de los contenidos para diseñar las estrategias pertinentes y más
adecuadas para alcanzar los propósitos educativos en el ideal de nuestra
sociedad.
Las reformas educativas son
procesos que históricamente se presentan como prácticas sociales privilegiadas
de proyectos e intereses políticos bien definidos y delimitados, y uno de sus
principales medios para incorporar y modificar estrategias que afectan
directamente el proceso de enseñanza–aprendizaje son los contenidos
curriculares de los planes y programas. Así mismo, las reformas también están
directamente relacionadas con la formación docente, y se circunscriben a la
dinámica de los sujetos al interior de las estructuras políticas. De tal forma,
dentro de la historia de la educación en México, podemos localizar a “la figura
del maestro como el sujeto clave e ideal para realizar la tarea de preparación
de las nuevas generaciones” (Arnuat, 1998). Es así que la pedagogía no sólo
describe hechos; sino también investiga los valores, fines e ideales de la
educación. Educar equivale tanto como cultivar, formar, integrar. En esta
perspectiva se pretende que el educando adquiera cierto modo de vida
considerado como valioso, digno, ideal; como algo que debe ser, y esto,
precisamente porque aún no lo es. Toda reforma educativa supone una etapa para
alcanzar un ideal que realizar. ¿En qué consiste este ideal, este fin? La
educación del hombre reclama ciencia y moral, arte y religión, etc. ¿Cómo se
descubren y fundamentan los valores, fines e ideales de la educación? Sólo el
ser humano se pone así mismo fines, en particular como educador. ¿Hacia dónde
vamos con las ofertas educativas que ofrecen nuestras instituciones tanto
públicas como privadas?, ¿y a dónde iremos a parar con este discurso
politiquero de ofertas educativas dentro de los discursos políticos si sólo son
eso, simples artificios de discurso en la condición pedagógica?