El Zarco
Por: Elizabeth Martínez Castillo.
Óclesis
Al escarbar la
riqueza de un pueblo y de una gran nación,
encontraremos raíces demasiado profundas
reflejándose éstas en su amplia cultura; exhausta de
costumbres, tradiciones, lengua, culto, vestido, etc. En cada una de ellas se
evidencian las pasiones del hombre, virtudes y valores adquiridos; es una
especie radiográfica de los estados de ánimo de los seres humanos, de su contexto social y político. Esto es lo que marca
la historia.
“El Zarco” forma parte
de la historia mexicana… nuestra historia; situada entre 1861 y 1863 novela de sentimiento
nacionalista e idealista, destacando valores morales y éticos -ese criterio de
juzgar lo bueno y lo malo que anida en la mente y el alma de los hombres-, tales
nociones trastornadas por el revuelto de guerras civiles y la pasada guerra de Reforma. País hambriento de
patria, territorio, poder y gobierno; marca matices de crueldad, maldad,
violencia extrema, injusticias, verdades disfrazadas de palabras y falsedades
en actos de amor, con tintes de inocencia, de justicia -lo más cercano a la
palabra-, pero sobre todo de ideales y pensamientos ocultos que sitiaron un
gobierno liberal.
Al telón:
-Primer acto, un México con la tipicidad de pueblos pintorescos, cubiertos de mestizaje, rodeados de dualidades culturales y sociales, codicia y vanidad, odio y amor, mezcla de simpatía y rencor; en fin, un trueque de sueño y reposo.
-Segundo
acto, personajes rigurosamente históricos, fanáticos de la honradez que
prefieren morir a degradarse, no por vanidad, ni por conservar una herencia
de honor sino porque tal es su naturaleza que
lucharon con mil dificultades, con mil adversarios, con mil peligros; ¡imposible resignarse a tal sumisión! A seguir
sin más que aspirar. Aquellas muertes serían estériles de todo hecho, ¡nada
glorioso!, fueron pruebas de valor y de honor, que determinaron una fortaleza
de libertad, de y para el gobierno; con hombres que persiguieron un servicio de
justicia y humanidad ¡gran responsabilidad! y con franqueza diré que tal
grandeza y virtudes solo pocos son concebidos. Era difícil salir avante mas no
fue imposible.
-Tercer acto, no basta “sólo” ser mexicano, hay que sentirse orgulloso de esas raíces forjadas por sucesos ilimitados. Reconquistemos nuestra historia, aquélla que nosotros mismos nos arrebatamos y demostremos nuestra esencia digna de un buen mexicano.
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