jueves, 9 de mayo de 2013


Ingenuo

Por: Hugo Coronel
Óclesis

Fuente de imagen:
http://desmotivaciones.es/5323456/No-seas-ingenuo
La luz roja ha detenido el tráfico de esta loca carrera. Ruidos extraños y nocivos se han instalado en nuestras cabezas. Son enormes cuchillos que cortan en millones de partes la conciencia integrada por marcas multiformes. Algunos los llaman virtudes. Servando los suele nombrar a la hora de hacer las cuentas y casi siempre termina prendiendo veladoras por aquello del viento, por aquello de llegar a casa y tener que escoger entre tantos dioses y luego decidir cuál es el mejor.
Ya es medio día, él teme por Servando. Lo ha visto platicar con las estrellas y las sombras de los astros. Ha visto que barre la calle con el aliento para luego sonreír cada instante como burlándose de sí mismo; así no más, tranquilamente, muy cínico, atropellando a quien por el camino se interpone.
¿Realmente le importa? pero si ni la diosa rubia, aquella de los encantos plateados y sutiles miradas azules, logró detener la aforada carrera de su propia vida, de esa toma de los demonios que han superpuesto la nostalgia del mañana por la del ayer, haciendo un licuado con todos los recuerdos de ella.
Es necio, le he dicho que no, le he negado la verdad, el amanecer, el pronunciar mi nombre, el abrigar esperanzas de un mañana, de ser madre, de ser Dios, pero no escucha, no quiere escuchar. Apenas ha tomado un trago de agua. Toma el agua y la saborea muy lentamente, deja pasarla con tragos pequeños, sus músculos faciales se mueven haciendo gestos a causa del sabor de la esperanza disuelta en aquella agua que bebe, en ella se refleja y puede observar cómo han caído sus cabellos, tan rizados y grises en elocuentes ideas desde un abrir de ojos después de dormir por veinte años.
 ¡Cállate!, ¡no permitiré que me faltes al respeto! ¿Quién te has creído?, ¿en verdad habías pensado que con unos cuantos meses podías superar al ángel encantado? Ahora sólo dormirás para ti, para soñar lo que tú querrás soñar. ¡Pobre de ti!, pobre loco anacoreta. Desafías las leyes de los que sustentamos el poder, de los que por siglos hemos gobernado a la humanidad. ¡Nosotros la hemos creado!, ¡entiéndelo!, no podrás hacer nada… Absolutamente nada…
Abre por favor la ventana, quiero ver caer la lluvia de estrellas a través de mis vidrios. ¡Pero vaya!, si estás aquí otra vez. ¿Cuándo te fuiste?, Papá no sabe nada de ti desde que te mataste aquella mañana. ¿Recuerdas?, en la azotea de Servando, junto con la diosa rubia, ésa, la que habías soñado, a la que enterraste en el jardín con apenas dos puños de tierra. Papá está muy furioso contigo, dice que en tres días será año nuevo y tú no has hecho las maletas. Él se molestará, y yo también estoy furioso, me compadezco de ti. Ahora qué harás mañana cuando el sol ya no salga y las tinieblas te consuelen con voz hueca, como las que a ti no te gustan. Y te ordenen y te ordenen y tengas que obedecer, y obedecer y obedecer tantas veces que ya no habrá manera de que puedas escapar de los mancos. Es más, te quedarás a esperar los amaneceres con los ojos cerrados.

Papá está molesto, ¡y sabes!, me ha comentado que ya no te dejará entrar a casa, que de ahora en adelante sólo podrás ver televisión desde la capilla donde tus cenizas descansan sobre el altar mayor. En verdad que lo siento, y te lo digo de corazón, es una verdadera lástima porque desde ahora en adelante ya no podrás ver tele.  

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