Literatura de la Onda
Por. Jorge Luis Gallegos.
Óclesis
El movimiento estudiantil de 1968, reprimido
con violencia extrema, dejó entrever la naturaleza autoritaria del gobierno
mexicano, que en aquel entonces, era presidido por Gustavo Díaz Ordaz; la violencia,
la matanza y los hechos ocurridos hacia el dos de octubre, en la plazuela de
Tlatelolco, dejó huella en la juventud, que tenían la firme convicción de que
no era necesario recurrir a la violencia para tener un cambio.
José
Agustín asegura que “muchos jóvenes no se animaban a ir tan lejos, consciente o
inconscientemente simpatizaron con la rebelión pacífica y, sin llegar a tomar
religiosamente los postulados básicos de la sicodelia, adoptaron muchos rangos
de la contracultura, especialmente, en el pelo, el atuendo y en el lenguaje”.
Los
jipis dejaron de ser testigos mudos de éste mundo y se volcaron a un movimiento
con conciencia social: la sicodelia y
con ésta la onda. Para los jóvenes de los sesentas la onda no era más
que el fluir de la energía como una vía de comunicación que los hermanaba con
un solo fin: el amor y la paz.
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Fuente de imagen: http://dieumsnh.qfb.umich.mx/alarmasydistracciones/intro.htm |
Carlos
Mosiváis afirma: “La onda es el primer movimiento del México contemporáneo que
se rehúsa y nos revela con elocuencia la extinción de una hegemonía cultural.
Tal hegemonía se surte, en términos generales, en una visión gubernamental de la Revolución Mexicana
y se concreta en el impulso nacionalista. Los pecados de concepción se pagan:
el nacionalismo cultural que conocemos
se impuso desde arriba, fue consigna de unificación, vínculo contraído por
decreto”.
La
palabra onda adquiere una amplia gama de significaciones: ‘onda’ podía
representar cualquier cosa. Así pues, en la literatura la ‘onda’ surge como una
tendencia literaria en donde se pretendía tener un resquebrajamiento con la
literatura tradicional: la cual únicamente se habían dedicado a reflejar el
mundo de los adultos.
Margo
Glantz, fue el encargado de bautizar a las producciones juveniles de los años
sesenta y setenta como ‘literatura de la onda”, encabezado por José Agustín,
Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña. Fue denominada así por el léxico
utilizado por los adolescentes que utilizaban frases tales como: qué onda,
agarra la onda, estás fuera de onda, entre muchas otras.
Los
jóvenes sesenteros, dedicacos a hacer literatura, reflejaban lo auténtico, lo
irónico, lo fresco, lo irreverente, el buen humor. Para José Agustín la
literatura de los años sesenta “significó un concepto distinto de la
literatura, pues la densidad literaria se daba a frases del uso de un lenguaje
coloquial y de numerosos juegos de palabras, de invención y declinación de
términos, y, sobre todas las cosas, en un uso estratégico de elementos de la
realidad cotidiana combinado con situaciones y personajes enteramente ficticios
e incluso improbables desde un patrón realista”.
Cuatro
libros son los que abrieron el camino para los jóvenes creadores: “La Tumba ” (1964) y “De perfil”
(1966) de José Agustín, “Gazapo” (1965) de Gustavo Sainz y “Pasto verde” (1968)
de Parménides García Saldaña.
El
principal legado de este tipo de literatura fue el que los jóvenes pudieron ser
los principales protagonistas de la obra: se reunían en cafeterías para hablar
de rock, amores, películas, mentarse la madre, drogarse, protestar contra las
grandes instituciones: la familia, el gobierno y la Iglesia.
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