lunes, 3 de septiembre de 2012

El canto Cíclico de Óclesis

Por: Francisco Hernández Echeverría
diseño de cartel estephany Granda Lamadrid
El pasado sábado 24 de marzo asistí a una representación de la obra “El cantar de los ciclos” de Hugo López Coronel, presentada por la asociación literaria Óclesis en las instalaciones de Fogata Cultural (8 Oriente No. 401). La representación estuvo dirigida por Gisel Reyes Lozoya y Abdiel Degollado, logrando un meritorio espectáculo, sugestivos efectos de luces hacedores de un espacio mágico, que junto a la modesta escenografía dieron atractivo marco a los actores que intervinieron en esta puesta en escena: Cinthya Bautista Pajarito, Flor Daniela García Dávila y Armando Maldonado Lima.
Con esta actividad Óclesis demuestra evolución en cada reto cultural que se plantea, el colocar sobre la mesa la complejidad de los procesos emocionales y de las pasiones dan paso al afiebrado ensueño que provoca la ley de la ciclicidad que no permite detrimentos, esa especie de terapia racional emotiva en la que Sandra-Olga nos va zambullendo es una “función signalizadora” del comportamiento como conversación socialmente vedada, palabra de escándalo, de infalible ruina, pero que por otro lado es sonido que nos hace correr por los campos de la existencia sensible.
Al principio pareciera que se trata de un discurso erudito, pero tiene mucho sentido en este trabajo para comprender que antes de que la atmósfera amorosamente tripartita se convierta en insoportable, queda un anhelo que mira más allá del bien y del mal desde los ojos de un provocador cuadro de colorido emocional nuevo. Experiencia simbólica y artificial que conduce a aquello que puede llamarse espacio interno propio, urgido de reciclaje a través de una confusa búsqueda que se nutre del afuera para formar ese espiral ascendente de insatisfacción, tristeza y frustración que nos lleva a seguir buscando en el mismo lugar sin encontrar nada.
En entrevista con el autor de la obra, López Coronel nos menciona que inspirado en Xavier Villaurrutia empezó a explorar la idea de escribir sobre el “enfrentamiento de los planos racional y emocional en la mujer, aderezados con expresiones de lo masculino en el personaje que aparece sin nombre. En Sandra hay un lenguaje puramente racional y en Olga hay un lenguaje coloquial. Esta estructura racional-emocional precisa en realidad una personalidad o una manera de ser o una referencia para posibilitar una unidad”.
Así, “El cantar de los ciclos” propone los temas fundamentales de la soledad, la angustia y la muerte que se va armando a través de sus personajes, pero sobre todo es una reflexión sobre la relación amor-muerte con su adecuada “nutrición emocional” como algo fundamental dentro de la vida diaria de una persona, por más que se trate de apartar. En definitiva, una obra recomendable para aquellos que vivimos en el anhelo de que volverán las brisas al balcón y las caminatas en la acera.

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