sábado, 29 de septiembre de 2012


EL CARNAVAL DE LA LUCHA LIBRE
Por: Gilberto González Morán.

A la bruja (ruda número uno)

Fuente de imagen: imágenes google.
En el marco de los colores destellantes de los encapuchados, la exuberantes modelos, los olores que bañan la arena. Los niños con pancartas admirando a su gladiador preferido, se estampan, raudas, las emociones. Señores y señoras la lucha libre comienza a impregnar a los asistentes.
        Hoy, gracias a la televisión la lucha libre se ha convertido en uno de los espectáculos preferidos por todos los sectores sociales. Si bien es un producto mediático, también es cierto que es la concentración de una cultura popular y como ya lo dijo Monsivaís la cultura del pueblo es muy basta y rica en todos sus matices.
La lucha libre es el carnaval urbano, lo que para la zona mixteca puede ser la representación del diablo a través de un disfraz de jaguar. aquí en la ciudad se da la división antagónica del gran mundo dual: el bien y el mal. El bien representado por el bando técnico y el mal representado por los rudos.
        Una vez ya iniciada la función todo se convierte en  teatro, en performance, donde se ridiculiza esta gran relación antagónica, el bien y el mal. El rudo acostumbrado a ganar a través de golpes no permitidos para el espectáculo lejos de representar una crueldad representa la desmitificación del mismo y es que  como lo plantea Giovanni Papini en su Diablo, la maldad concebida durante en siglos pasados se ha deshechado y el hombre moderno ha adquirido nuevos paradigmas y que en este caso refleja en un espectáculo popular.
Ha comenzado la función los técnicos ganan la primera caída. Una anciana de sesenta y tres años se levanta y con gestos catárticos levanta la mano para manifestar su desacuerdo con el referi. La segunda caída toda la gente se vuelca a favor de los rudos, comienza el festín. Las grandes actuaciones, los trucos para rendir al contrario la noche comienza a calentarse dentro de la arena, ¡ganan los rudos!
Todo es festejo, las risas empapadas de cervezas, el olor a tabaco, los niños sacan la máscara y comienza el golpeteo en el pecho.
Ésta es la última y nos vamos, los técnicos tienen controlada la lucha, de pronto un rudo golpea al técnico con un bat, el referi no se percata, comienza el conteo, tres. La noche es de los rudos todos somos invadidos de felicidad, la anciana grita de felicidad, el pueblo sana  algunas heridas. Ganaron estos son los mejores.
Al salir una cemita para los borrachos –con muchas rajas porfa-  la función ha terminado. Hemos creado un nuevo festín de la misma realidad. 
 
Texto publicado en Momento Diario bajo el sello de Óclesis, Víctimas del Artificio.
7 de febrero de 2006.

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