miércoles, 25 de julio de 2012

ALELUYA DEL BARROCO


Patricio Cruz.*
Óclesis


            Justo a la mitad de agosto, la gente que atraviesa su vida por la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP vio llegar el Encuentro de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Este encuentro fue el tercero, lo cual implica la previa existencia de dos más, aunque realmente parecía éste el primero por la mala organización; no obstante, hubo eco delante de personajes y conferencias al contar con algunos nombres célebres, entre ellos Xavier Velasco.
Fotografía extraída de 
http://gabrielrevelo.blogspot.mx/2009/08/y-que-aparece-xavier-velasco.html 
Ya antes me saltó a la vista de Velasco el ebrio acento seseante del centro de España, más sorpresa aún al enterarme que era oriundo de San Ángel, colonia del DF, no provincia madrileña. Ahora bien, impacta algo más verlo recostado sobre la mesa de cedro del Salón Barroco, o verlo brincar de ahí para aterrizar sobre la duela, que ya poco importa si es frágil, gruesa, hermosa o cagada por palomas. Un compañero alzó la voz y opinó, y, lejos de causar reflexión, provocó el “No estoy de acuerdo” de Velasco, seguido de palmas en jerga de muchos de los asistentes.
No hace mucho llamaron al individuo que se atrevió a opinar un “anciano disfrazado de estudiante”, pero hemos dejado de lado algunos elementos a considerar. Primero, Velasco sí es el irreverente que pretende ser, y le aplaudo por tan valiente empresa conseguida, mas deberíamos clasificar los tipos de irreverencia, pues la de él se asemeja más a la de un niño de seis años con padres divorciados y déficit de atención que a la de, por ejemplo, Kerouac diciendo, I’m not a beatnik, I’m a Catholic. Segundo, hablamos de un escenario del siglo XVII, patrimonio de la humanidad, donde si cualquier ente ajeno y de poca casta llegara a rayarlo con una uña mal cortada lo reprimirán sin dudarlo; por qué a él no, ¿será por apellidarse Alfaguara? Tercero, nadie se preocupó por conocer al “anciano disfrazado de estudiante”, tal vez por no relacionarse con lo celebérrimo: se trata de un licenciado en Historia del Arte que en su tiempo libre estudia literatura. Entonces, me parece bastante probable que el conocimiento que él tiene acerca del aula barroca es superior a la de Velasco, a la de Juan José Oroza y a la mía. Cuarto, la respuesta de Velasco, No comparto tu opinión, no fue argumentada ni justificada de ninguna forma, fue plana e irreverente –la opinión de un niño de seis años con una estructura sintáctica de un chico de diecisiete-.
Observando de cerca, la universidad pagó unos 22 mil pesos por Velasco, poco más poco menos, 22 mil por verlo brincar, dañar inmueble barroco y escucharlo rapear su novela, mientras la gente de Lingüística y Literatura sigue pidiendo un laboratorio de fonética para sólo recibir por respuesta: No hay presupuesto. Se caen los edificios, nuevas generaciones entran y salen las que logran sobrevivir, y yo tengo ganas de un día inscribirme por Internet al nuevo semestre o ver un palatómetro de cerca. No sirve, no hay tiempo. Entraré mejor a Catedral la próxima vez que inviten a Velasco a rezar en voz alta, es hermosa y tiene una excelente acústica.



*Texto publicado en Momento Diario en el 2006.

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