Patricio Cruz.*
Óclesis
Justo a la mitad de agosto, la gente
que atraviesa su vida por la
Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP vio llegar el Encuentro
de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Este encuentro fue el tercero, lo
cual implica la previa existencia de dos más, aunque realmente parecía éste el primero
por la mala organización; no obstante, hubo eco delante de personajes y
conferencias al contar con algunos nombres célebres, entre ellos Xavier Velasco.
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Fotografía extraída de
http://gabrielrevelo.blogspot.mx/2009/08/y-que-aparece-xavier-velasco.html |
Ya antes me saltó a la vista de
Velasco el ebrio acento seseante del centro de España, más sorpresa aún al
enterarme que era oriundo de San Ángel, colonia del DF, no provincia madrileña.
Ahora bien, impacta algo más verlo recostado sobre la mesa de cedro del Salón
Barroco, o verlo brincar de ahí para aterrizar sobre la duela, que ya poco
importa si es frágil, gruesa, hermosa o cagada por palomas. Un compañero alzó
la voz y opinó, y, lejos de causar reflexión, provocó el “No estoy de acuerdo”
de Velasco, seguido de palmas en jerga de muchos de los asistentes.
No hace mucho llamaron al individuo que se atrevió a opinar un “anciano disfrazado
de estudiante”, pero hemos dejado de lado algunos elementos a considerar.
Primero, Velasco sí es el irreverente que pretende ser, y le aplaudo por tan
valiente empresa conseguida, mas deberíamos clasificar los tipos de
irreverencia, pues la de él se asemeja más a la de un niño de seis años con
padres divorciados y déficit de atención que a la de, por ejemplo, Kerouac diciendo,
I’m not a beatnik, I’m a Catholic.
Segundo, hablamos de un escenario del siglo XVII, patrimonio de la humanidad,
donde si cualquier ente ajeno y de poca casta llegara a rayarlo con una uña mal
cortada lo reprimirán sin dudarlo; por qué a él no, ¿será por apellidarse
Alfaguara? Tercero, nadie se preocupó por conocer al “anciano disfrazado de
estudiante”, tal vez por no relacionarse con lo celebérrimo: se trata de un
licenciado en Historia del Arte que en su tiempo libre estudia literatura. Entonces,
me parece bastante probable que el conocimiento que él tiene acerca del aula
barroca es superior a la de Velasco, a la de Juan José Oroza y a la mía.
Cuarto, la respuesta de Velasco, No comparto tu opinión, no fue argumentada ni
justificada de ninguna forma, fue plana e irreverente –la opinión de un niño de
seis años con una estructura sintáctica de un chico de diecisiete-.
Observando de cerca, la universidad
pagó unos 22 mil pesos por Velasco, poco más poco menos, 22 mil por verlo
brincar, dañar inmueble barroco y escucharlo rapear su novela, mientras la
gente de Lingüística y Literatura sigue pidiendo un laboratorio de fonética
para sólo recibir por respuesta: No hay presupuesto. Se caen los edificios,
nuevas generaciones entran y salen las que logran sobrevivir, y yo tengo ganas
de un día inscribirme por Internet al nuevo semestre o ver un palatómetro de
cerca. No sirve, no hay tiempo. Entraré mejor a Catedral la próxima vez que
inviten a Velasco a rezar en voz alta, es hermosa y tiene una excelente acústica.
*Texto publicado en Momento Diario en el 2006.
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