lunes, 23 de julio de 2012

Tintero (Gotero)


Por: Ludwigvan Bustamante Silva.


Fuente de imagen:

http://palabraseneltintero.blogspot.mx
Ayer que te pensé estabas diferente, con arrugas en el alma pero sin pliegues en la frente. Hoy amaneces con un par de lunares en cada costado del ojo. Apareces efímera y cambiante. Te encuentro en un instante y te perdí en el siguiente.
Transcurrieron ya las horas programadas para este ritual y no reapareciste; la oscuridad me embriagó más que el humo denso. El sopor alteró los pasillos de tu trauma, y no hallo la flecha roja, la evacuación emergente.
Fallé mi disparo, que iba pegado a tu cariño. Se separó y no te veo de nuevo. Busco lugares comunes para encontrarte pero te escondes tras las letras de mis epitafios, y te haces más complicada cuando te vuelves recuerdo y no tinta, porque debo canalizarte y ya estás en dos lugares; y en los dos eres real.
Te escribo de noche, en donde te perdí, y viajo lento para que no me escuches. Aparezco detrás de ti con un bolígrafo y te lo encajo debajo del alma. Chorreas tinta a borbotones, mi folio se mancha y mi pluma se rompe. Recojo la tinta con los dedos mientras la limpio del papel; y tus órganos se adhirieron y acuñaron tus letras. Te me escurres entre los interóseos, y te reformas desde el charco de ti, y miro mis ojos, que son lodo brillante, reflejados; pero me atacas a traición ahora que eres dos. La de ayer apareció jovial, con fuerza para revivir un momento lo que me roba la cordura, y cierro mis puertas, y escribo mis locuras bajo candado, y el baúl guarda mis papeles, papeles que no debes conocer. De manera increíble te adsorbes a la madera y cruzas filtrada y sin maldad. Corro y mi letra empeora. Caigo en el agujero negro de las memorias que no deseo ver y mi tinta se esparce involuntaria relatando mis peores recuerdos, se resbala la punta de mi instrumento gráfico, pero ya lo solté de mi mano, aunque corre y escribe lo que pienso sin querer, lo que antes no te quise contar, lo que nunca quise perder,  y te comienzo a extrañar desde adentro porque ya caí en ese abismo una vez y por compasión me recogiste pero te arrepentiste pronto. La vida te grita que esta vez no, pero no sabes qué es lo que niega, si tu ayuda, o tu daño; mientras yo, con una mano oculta en el bolsillo y engarrada al muslo, la ato a mi egoísmo y restos de dignidad intentando esconder que necesito la tuya, mientras la otra acaricia tus yemas implorando auxilio.
Vuelo mil metros pero hacia abajo, un vuelo que es caída y que no escapa al abismo del cielo roto. No hay alas ni historias alternativas y convergentes que compongan este escrito; llegó un encargo equívoco de mesa con la apoteosis en charola de plata, al descubrirlo te ríes (¿conmigo, o de mí?) pero no sabes que el plato fuerte soy yo en mi parcialidad consciente.

Despiertas sin darte cuenta que eres el interruptor cómplice de esta oscuridad, tampoco recuerdas tu nombre. Saliste de tu cuerpo y sigo cayendo. De pie, tu bostezo no limita mi desgracia que es infinita caída, paralela a tu indiferencia.

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