miércoles, 25 de julio de 2012

El artificio ciclópeo: La televisión.
Statu mentalis televísivus.
 
 
Por: Víctor Flores Anzaldo
 
 
Cuando el arte (tecné griega) y el oficio (servicio especializado) se unifican en una tarea concreta, entonces, resulta el artificio. Un artificio es difícil de concebir y también de destruir. En una sociedad mal gobernada, con hambre, donde las simpatías por un cambio se marchitan, en ese lugar donde la izquierda palidece, justo allí florece el surgimiento de una mitología nueva: La del ojo ciclópeo que nos muestra el mundo, la televisión y su monovisión electrónica, el televisor.
Es en ese intersticio de realidad es que uno trueca los héroes históricos por los de un par de horas de fut-bol; acabando se renuevan por los de la lucha libre y durante la semana se canjean por los de las telenovelas seriadas o policiacas, pero también nos congratulamos en cambiar la sonrisa alegre por la carcajada grosera al vernos reflejados en los programas cómicos que remedan la ridiculez de nuestra atrofiada sociedad y algunas de sus autoridades.
Se nos ha hecho pensar que observamos lo que pasa en el mundo por medio del artificio ciclópeo, pero no, él nos observa a nosotros y hasta en la más entrañable intimidad, en la más íntima forma oculta de nuestro ser. Lo logra de la siguiente manera, se especializó en los ratings o clasificaciones, ¿quería saber de la familia? Creó la clasificación “A”, quería tener atentos a los jóvenes en sus alocadas ideas de rebeldía, les dio las “B” y “C”, para los extremistas elaboró la “D”, porque con ello continúen siempre lubricados, con ello se manifiestan en desacuerdo contra el inhumano sistema Capitalista y su rabiosa lucha de clases, al menos en esas horas liberarán su ira contra las trasnacionales sinceramente para aferrarse al sexo como imanes ardientes.
 
Para complementar su tarea -la televisión- al lado de otro artificio que casi muere, el cine, se ha rodeado de premios, de conciertos y obras de beneficencia de los artistas famosos, pero no de los hombres ricos del poder. A propósito de ellos, -de los hombres del poder-, un puñado de hombres que manejan los medios de comunicación y de empresarios de trasnacionales, son ellos los que diseñan con mucha anticipación lo que debemos creer, pensar, vestir, cómo comportarnos en la familia, en la fiesta de boda, en la iglesia o el culto, en la escuela ,en la porra del fut-bol, en la marcha de manifestación de protesta, hasta entonces, es que tenemos ya claro el fin y objetivo del artificio ciclópeo; su misión es la creación de un statu mentalis televísivus, dicho estado mental televisivo es alimentado y mantenido por un ansia compulsiva consumista; el Capitalismo no siempre fue malo, pero hoy es una hernia en el ombligo del sistema mundial a punto de estrangularse.
 Pueden pensar que es una exageración lo del estado mental televisivo, pero no lo es, vean alrededor, en el banco, en las clínicas del IMSS, del ISSSTE, en las oficinas públicas del gobierno, en las casetas de policía, en las de peaje, en la combi o el microbús, por supuesto –en donde más estragos causa- en el hogar, también en los sitios de expiación popular: en la cárcel, donde hay que pagar el servicio de la “telera” como cariñosamente la llama el payaso Brozo, también existe en la oficina funeraria o la parroquial, o en la del culto en mega-proporción para ampliar la espiritualidad; en todas partes las hay como ya se vio, “megas”, grandes, medianas, chiquitas y en Japón de pulsera. Es aquí, en el hogar, donde uno puede encontrar un Universo del artificio ciclópeo televisivo, entrando a casa un enorme centro de entretenimiento, -a los lados- como altares rebosantes las torres de películas y cartuchos de video juegos -y al centro el televisor-, los paneles de control de videojuegos debajo como ofrendas y junto los aparatos -como rebobinadotas de cartuchos Beta y VHS-, sus reproductores empolvándose en los closets o en cajas al lado de bolsas llenas de enormes cartuchos desplazados por los CD’s; en todos los rincones de casa está una tele o como le dicen los moneros de izquierda “la caja idiota”, una es para el karaoke y los videojuegos, otra para la compu, otra es para la cocina, otra es para la sala, otra más para el auto (esa es una pequeña, siempre en su cajita y su conexión), en los cajones y armarios de los niños están las USB’s- que contienen los videos extraídos de Youtube-, los Ipod’s –que contienen los videos bajados de la Internet-, los celulares y sus cargadores, sus manos libres, todos éstos son diminutas extensiones de la televisión y el cable; por cierto, junto con la Internet , el cable, ambos cierran el círculo prodigioso de la dimensión mental actual humana, sus programas y programaciones le llevan a todo mundo de la ludopatía al crimen cibernético, de la alianza para el chat y el rol hasta el secuestro y la amenaza vía celular desde algún penal, ha hecho parejas internacionalmente desconocidas casarse viviendo un par de meses de película y colapsar en un tormentoso divorcio pasando por aquellas mujeres y hombres que atinaron ser víctimas de un usuario con problemas mentales, no se descuentan los progresos de las tareas resueltas en casa por ayuda de la Internet , pero hay profesionistas que han pasado su carrera basados en sus contenidos sin haber ellos entendido una pizca de lo que significaban en teoría o práctica dichos temas. Es un sistema asimétrico y multidimensional como el caos en que estamos sumidos, las apuestas gubernamentales son la seguridad contra la infiltración, pero ya sean los hackers o las tormentas solares, los sistemas de cable e Internet siguen siendo afectados.
Son cuatro contra uno, el Estado, los dueños de los medios de comunicación, las trasnacionales y nosotros mismos, todos ellos contra nosotros, la población civil mundial, ¿dónde está la clave para liberarse del estado mental televisivo? Quizás cada vez más en nosotros mismos, pues ya muchos nos hemos despertado de frente al escalofriante cambio climático. Los gobiernos son cada vez menos ellos mismos, son cada vez más ellos una trasnacional o una extensión del Banco Mundial, por ello los gobiernos gritan a la ONU y a toda institución internacional que el statu mentalis televisivus finalice o estaremos inmersos en una nueva era glacial y las sociedades en una eterna enfermedad mental, de falsas percepciones y apreciaciones de la realidad a favor de un consumismo mecanicista y una antropología mercadotécnica.
La tarea es colosal porque es personal, recordémoslo la próxima vez que veamos la televisión, dónde la veamos, con quién la veamos, desde dónde la veamos y para quién la veamos, esto último porque a veces, la niñera es un televisor y su programación es tirana con la infancia, y se disfraza de esclava de adolescentes. También piénselo con rigor frente al contrato de cable o Internet, cuando vea a sus hijos o los del vecino viendo la TV, más tiempo que el que van a la escuela. También recordémoslo cuando las discusiones en la casa, la universidad o el trabajo imiten a los programas de debate televisivos de fut-bol o de espectáculos, donde todos hablan al mismo tiempo, nadie escucha a nadie y no hay conclusiones.
 
¡Humanos contra el artificio ciclópeo, uníos!

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