viernes, 20 de julio de 2012

Breve historia de los cultores de la comunicación


Breve historia de los cultores de la comunicación

Por: Oscar Sotillo Meneses



Colectivo "La Mancha"

Caracas, Venezuela

Ante todo reciban un saludo bolivariano desde Caracas, Venezuela. Desde aquí les enviamos nuestros más cálidos deseos de que este foro 2009 sea un espacio de encuentro y reflexión y una apuesta por la vida plena, la belleza y las transformaciones sociales.


La monstruosa manía occidental de separar las cosas y armar un sin número de cajitas para disectar, momificar y detener los proceso orgánicos, ha hecho que estudiemos algunos temas por separado cuando en la realidad cotidiana son indisolubles. Este es el caso de la cultura y la comunicación. Dentro del más ramplón esquema pudiéramos decir que la cultura se asocia a las bellas artes y a algunas tradiciones y la comunicación se asocia a el periodismo (líbrenos dios), a la comunicación social y a los medios de comunicación. Bajo esta visión separadora se forman y actúan tanto los comunicadores como los llamados cultores y artistas. Sin advertir a veces que uno es el otro, que aquel soy yo y que yo soy a la vez aquel. En esta especie de esquizofrenia vivimos y como si fuera un perfume, dejamos de sentirlo después de un rato.

En algunos grupos culturales los roles sociales están divididos de manera muy diferente y nos sirve de espejo sencillo para observarnos. En muchas regiones de América Latina hay doctores que cantan y son sacerdotes y bailarines a la vez; o mejor dicho son Chamanes. En alguna cultura asiática existen prostitutas, actrices, ejecutantes musicales y asesoras sentimentales, que por allá llaman Geishas. Bajo esta manera de observar valdría preguntarse o averiguar ¿Cuáles de nuestros roles sería provechosos unificar para potenciar y a la vez satisfacer al máximo las necesidades comunicacionales básicas del ser humano?

El siglo XXI nos atrapó divididos, extraviados, pero con los sueños de revolución a flor de piel y en cada canto. Heredamos un sistema diseñado a la medida para reducir a los seres humanos a simples consumidores, competidores desprovistos de amor. En la configuración de este sistema juega un papel muy importante ese conglomerado de cosas que llamamos simplemente comunicación. Y es que allí anida el origen del problema. La realidad va más rápido que la posibilidad de construir palabras para nombrarla, así que seguimos usando palabras viejas para relaciones nuevas y nos convertimos en tejedores de significados que al cabo de algunos simples procesos ya no significan nada. El idioma se convierte así en un artificio separado de la realidad por una transparencia blindada, construida de fonemas y grafemas que no refieren a nada.

Pero también a principios del siglo XXI surgieron de entre las cenizas neoliberales, procesos emancipatorios sui generis que lógicamente escarbarían las tierras de la comunicación. Estos procesos sociales, y en particular el proceso revolucionario venezolano tempranamente definió el escenario de la comunicación como uno de los más complejos donde se darían las luchas por transformar la relaciones sociales. Se comenzó a avanzar, no sin dificultades, hacia la democratización plena de la comunicación. La gente sintió la necesidad de decir sus verdades ellos mismos, sin intermediarios, sin intérpretes. El Estado contaba con un canal de televisión desactualizado tecnológica y políticamente, los grandes medios impresos rápidamente huyeron hacia la derecha cuando supieron que ya no tendrían prebendas especiales.

El reto fue y sigue siendo transformar a todos los ciudadanos en comunicadores, en productores activos y comprometidos de contenidos comunicacionales. Esta transformación cuenta con enemigos en todas las esquinas. Así aparecieron los gremialistas “Los únicos con licencia para comunicar somos los que estudiamos Comunicación Social”. Los académicos “La universidad es la única formadora de comunicadores”. Y los formalistas “No aceptamos otra s formas de comunicar que la que ya conocemos”. Y por supuesto los dueños tradicionales de la comunicación que ya atisbaban una profunda transformación que los haría perder definitivamente su ascendencia sobre la opinión pública. Sus grandes aparatos tecnológicos y económicos no serían suficientes para aplacar un levantamiento social contundente que ya había comenzado.

Las calles se llenaron de periódicos alternativos, experimentales, comunitarios; hojas fotocopiadas, panfletos escritos y diseñados por pequeños colectivos que salían a la calle a llevar su voz. En la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)en su artículo 57 dice: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura” El Estado, para acompañar la ola de cambios impulsó la nueva ley de telecomunicaciones (2000), el Reglamento de Radiodifusión Sonora y Televisión Abierta Comunitaria de Servicio Público, sin Fines de Lucro (2002), la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (2004). Este naciente marco legal impulsó de manera contundente el nacimiento de más de 140 experiencias de radios comunitarias, 45 televisoras comunitarias, y aun cuando estas leyes y reglamentos no legislan directamente sobre las manifestaciones impresas, hablan de un espíritu que recorre todo el país, el espíritu de los comunicadores populares emancipados. Acompañan a las radios y televisoras más de 350 medios impresos, una infinidad de páginas web, cineforos, movimientos muralistas, y otros proyectos experimentales. Y lo importante de esta ola es que desde las mismas comunidades organizadas se comenzó a construir nuevos contenidos comunicacionales y los ciudadanos comenzaron a ser protagonistas activos de la comunicación social. Ya no eran sólo consumidores, ahora eran productores y sujetos activos del complejo sistema comunicacional.

La comunicación pasó a ser un patrimonio popular, se habla de soberanía comunicacional, y se habla con la voz de la gente organizada. Brota en cada espacio educativo, en cada Consejo Comunal, en cada barrio o espacio de trabajo un órgano de comunicación donde la gente ve reflejada su idea, sus pareceres. La comunicación es tema diario de conversación. Los vecinos desmontan las matrices odiosas que propagan los canales de televisión de la oligarquía, los grandes periódicos diarios han bajado su tiraje, en algunos casos, casi hasta desaparecer. Ahora hay una verdadera milicia comunicacional multidisciplinaria que se auto convoca, se despliega y actúa a diario y en coyunturas difíciles. Ha surgido un ciudadano que es un cultor de la comunicación.

Los televidentes, radioescuchas y lectores pasaron a ser usuarios con plenos derechos. Pero, una cosa es la ley y otra es el ejercicio diario de los derechos y el forjamiento milímetro a milímetro día a día de la realidad de la calle. Adelante aparecían algunos problemas puntuales: El empoderamiento tecnológico de estos nuevos comunicadores, la formación socio política integral, la producción de contenidos, la formación técnica para las nuevas tecnologías, la recuperación del espectro radioeléctrico y lo más importante de todo: la articulación de toda esta gran avalancha de experiencias. No han sido pocas las iniciativas de organización, pero muchas han fracaso en su intento de meter dentro de un esquema caduco una pluralidad extraordinaria de manifestaciones. Los espacios gubernamentales han comenzado desde 2004 a abrir espacios dedicados especialmente a atender a los medios alternativos y comunitarios. Este es el caso del mismo Ministerio de Comunicación, la asamblea nacional, empresas estratégicas del Estado y algunas alcaldías. Vale destacar la mesa de comunicación establecida entre los medios alternativos y comunitarios y la compañía de telefonía nacionalizada, Cantv, que ya cuenta con casi dos años de existencia. Estos acompañamientos institucionales con todo y sus altibajos han creado espacios de encuentro de los cuales han salido propuestas concretas para el mejoramiento, sostenibilidad, formación y fomentos de las experiencias comunicacionales más diversas.

Podríamos decir que en Venezuela los medios alternativos y comunitarios (Sabemos que falta mucho todavía) son parte activa del movimiento social que acompaña la construcción del socialismo bolivariano. Y este movimiento por su misma naturaleza ejerce la crítica y la contraloría social con la responsabilidad de quien se siente parte importante y protagonista de su espacio tiempo. La práctica comunicacional popular ha ido generando un tipo de experiencia que no sólo recoge una noticia o una denuncia de su comunidad, sino que fundamentalmente se involucra en la solución del problema y es más que medio de comunicación, el factor comunicacional de una experiencia basta y más compleja. De aquí se derivan algunas complicaciones cuando la institucionalidad y la misma ciudadanía pretenden clasificar estos movimientos con raseros inadecuados. El Estado trata con medios de comunicación, con organizaciones sociales y con movimientos artísticos y culturales por separado; le toca reorganizarse cuando topa con una experiencia integral de comunicación que es todo eso a la vez (La geisha, el Chamán).

Los marcos legales de hace apenas pocos años ya están siendo objeto de cuestionamiento y los tiempos ya exigen que sean actualizados. Todas las leyes nacen del fragor de su tiempo y las revoluciones desordenan el tiempo espiritual y el cronológico, así que los grandes logros que estas leyes encarnaban hace unos pocos años, hoy han sido superados la ciudadanía organizada exige más espacios y reclama más participación cada día.

Los proyectos de comunicación impresa mantienen un debate permanente acerca de la naturaleza de su trabajo. Los ciudadanos escriben, leen, se leen, hacen fotografías, dibujan, poetizan, etc. Los embates de la guerra mediática que dispara con fuerza desde los conglomerados comunicacionales de la derecha se enfrenta a una milicia desplegada en todo el territorio que si bien no cuenta con todo el aparataje tecnológico y los recursos económicos de los mercenarios de la derecha, conoce su territorio y plantea una guerra asimétrica que poco a poco ha ido ganado valiosos espacios en el imaginario popular y en la vida cotidiana de los venezolanos.

La lucha sigue, surgen nuevos problemas, el enemigo sigue sus fieros ataques, pero los cultores de la comunicación avanzan sostenidamente en la construcción de un nuevo sistema comunicacional.

MUCHAS GRACIAS



Oscar Sotillo Meneses

Proyecto de Comunicación Libre La Mancha

Caracas, Venezuela

Ponencia dictada en el marco del Foro Óclesis: Artificio y cultura

Septiembre 2009


Logotipo propiedad de La mancha. Proyecto de comunicación libre

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